¿TETA
POR PLACER O TETA POR LA OMS?
Al
poner al pecho a la criatura que acababa de parir, la comadrona que
me acompañó en el parto me dijo: “la lactancia es una cuestión
sexual”, yo la miré sin entenderla como si me estuviera hablando
en chino, pero años después, y tras haber pasado por la experiencia
del amamantamiento, esa frase ha vuelto a mi cabeza, con más fuerza
y todo su sentido.
Y
desde que parí y me introduje en el fascinante mundo de la crianza,
de la vida, no paro de encontrarme por un lado con organizaciones
(OMS, Liga de la Leche, WABA), libros, publicaciones, sanitari@s,
noticias que recomiendan encarecidamente el amamantamiento a demanda,
desde el punto de vista alimenticio y neurológico. Por otro lado me
encuentro con madres que abandonan la lactancia, que expresamos lo
duro que es el amamantamiento, lo cansadas que estamos de estar
siempre disponibles con esto de la teta a demanda, que se sienten
culpables de no dar teta y juzgadas por las que sí lo hacen, etc.
Durante
tiempo me he preguntado qué es lo que falla. Porqué a sabiendas de
que la lactancia materna es la mejor alimentación para las
criaturas, somos muy escasa las madres que lo hacemos y no sin
grandes esfuerzos y dificultades, cuando no sacrificio, horrible
palabra para expresar lo que debiera ser un acto de Amor. Porqué
tenemos tantos problemas con un hecho fisiológico, que es resultado
de un proceso evolutivo de millones de años? ¿De dónde salen
tantas grietas en los pezones a pesar de posturas correctas, tantas
ingurgitaciones a pesar de la teta a demanda, cólicos del lactante a
pesar de la correcta alimentación materna, mastitis, depresiones
postparto y demás síntomas patológicos? ¿Y cómo es posible que
en a penas 200 años la lactancia materna no sea la forma común de
alimentación de las criaturas? Hay quien habla de la incorporación
de la mujer al trabajo asalariado, pero hay muchas madres que
trabajan fuera de casa y amamantan y madres que trabajan en sus casas
y dan el biberón y el chupete.
En
mi trayectoria personal, a los dos años de vida de la criatura
que amamanto, es decir hace casi tres años, tuve la oportunidad de
amantar a otra criatura de una comadre con la que empecé a compartir
una mañana a la semana. Una mañana que se pasaba en un minuto, una
mañana que me acompañaba toda la semana, una mañana que yo
anhelaba. Esto supuso una auténtica revolución en mi concepción
del amamantamiento, de la crianza, de la vida. Y a raíz de aquello
que sentí, de esa energía que se instauró en mi cuerpo, me puse a
investigar. Y llegué hasta el tema de la sexualidad. Sexualidad
femenina y sexualidad en general. Entonces tuve conocimiento teórico
de otra sexualidad. Y de las diferentes formas de obtener placer
sexual, corporal, que no exclusivamente a través de las relaciones
genitales con hombres. Que el placer que yo sentía con mi comadre,
formaba parte de una sexualidad que hasta ese momento había
reprimido.
A
partir de ahí, de ese conocimiento teórico y del estado de mi
propia energía corporal, me puse manos a la obra. No sin grandes
esfuerzos; luchas contra lo establecido, dentro y fuera de mí; mucho
dolor al sentirme una ser humana castrada, con una sexualidad no
vivida. Pero también mucha esperanza al ver que aún estaba a tiempo
de recuperar esa sexualidad, tan diversa, a partir de la consciencia
y la actividad física, corporal.
Ejercité
mi útero y lo reconecté (porque en origen vienen conectadas) a mis mamas, a mis pezones. Y una noche me
sorprendí a mí misma deseando, libidinalmente, que la criatura que
dormía plácidamente en mi cama me mamara. Le ofrecí mi pecho
estando ella dormida, y ella me correspondió. Me mamó. Y ese deseo
satisfecho, ese gozo, hizo aparecer lo que nunca había sentido, lo
que debía ser un amamantamiento por placer. He seguido encontrando
muchos momentos de placer corporal al amamantar a las criaturas,
mamando cada una a su manera. Su boca haciendo palpitar mi útero,
sus manos acariciando mis pezones, mi piel y cada una mamando de una
forma singular, estableciendo entre los dos cuerpos sinergias
originales, auténticas y únicas, como lo son las relaciones
personales. Y a raíz de todo aquello he encontrado otra sexualidad
más amplia, más diversa; y he descubierto que somos capaces de
sentir oleadas de placer uterino, sexual, leyendo una poesía a la
orilla del mar, o recibiendo en la nuca el calor del sol.
Así
a través de mis propias dificultades en el amamantamiento, del
encuentro con mi propia sexualidad castrada y la de otras mujeres y
criaturas, del trabajo corporal (principalmente uterino), la compañía
y el sostén de un corro de mujeres y la lectura de ciert@s autor@s
(que “misteriosamente” no son leídos en los círculos
socio-sanitarios) he llegado a una conclusión. Cuando decidí dar el
pecho lo hice porque era lo mejor para la criatura y para mí
(desarrollo neurológico, recuperación uterina, depresión
postparto, etc.). Es decir durante dos años he amantado porque lo
recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud), cualquier otra
entidad sanitaria o publicación científica y puede que por un
resquicio de Amor materno entrañable, de las entrañas, pero no por
mi puro placer corporal.
Creo
que si amamantásemos por placer no dejaríamos de hacerlo nunca, ni
siquiera cuando las criaturas que acompañamos ya no quisieran mamar,
otra cosa de la que tengo serias dudas. Seguiríamos dando de mamar a
otras criaturas, ofreciéndoles nuestra leche o simplemente nuestros
pezones (que es lo que es un chupete pero de plástico y sin regazo
ni energía detrás). Y creo que a las criaturas no se les olvidaría
o desconocerían el placer de estar prendadas de un pecho, con el
calor y la energía orgástica envolviéndoles, como lo conocemos l@s
adult@s, cuando llegad@s a la pubertad comenzamos a tener relaciones
sexo-genitales.
No
es de extrañar que en los medios socio-sanitarios se siga hablando
de lactancia, de alimentación del lactante; y no del goce de las
criaturas, pequeñas y adultas. Es muy doloroso descubrirse en una
sexualidad reprimida, no vivida, descubrir de dónde vienen nuestros
miedos, el miedo a la carencia que lo envuelve todo. Llorar la herida
y rodearla de Amor. Para poder a amar a l@s otr@s, con afecto, sin
celos, envidias, posesión; porque somos seres plen@s.
Sería
fantástico que en los cursos de preparación al parto se hablara de
preparación a la maternidad y nos contaran la verdad, que el
amamantamiento no es un acto exclusivamente alimenticio, si no un
acto sexual, de placer corporal. E hiciéramos ejercicios de
reconexión uterina, de desbloqueo de la energía orgástica y no
sólo nos enseñaran a respirar para dilatar, bañar a la criatura o
ideas sobre alimentación.. Claro que para eso creo que es necesario
que las mujeres sanitarias, para empezar y el resto del personal
sanitario masculino, hagan su propio camino personal de
revitalización sexual.
Hagamos
cambios en nuestras vidas. Cambios concretos, hechos reales,
palpables que cambien la fisionomía social. Estamos tan sol@s, tan
abandonad@s. Tenemos tanta necesidad de Amor, tanta carencia que
luchamos a capa y espada por él, y somos capaces de destetar a una
criatura porque la pareja no lo aguanta más, o porque no nos
permitimos abandonarnos al goce, o por pura repulsión hacia nuestros
cuerpos no-vividos, no-sentidos.
Permitamos a las comadres entrar en nuestras vidas, démolas un lugar, una tarea, un amor, una energía. Compartamos y no compartimentemos. Dejemos que más de una persona nos sostenga, nos apoye y apoyemos y sostengamos no sólo a nuestra pareja.
Permitamos a las comadres entrar en nuestras vidas, démolas un lugar, una tarea, un amor, una energía. Compartamos y no compartimentemos. Dejemos que más de una persona nos sostenga, nos apoye y apoyemos y sostengamos no sólo a nuestra pareja.
Quizás
podríamos hablar menos de lactancia y hablar de mamar. Referirnos
así a un acto corporal y no artificial; se habla de la lactancia
artificial pero nunca he oído hablar del amamantamiento artificial.
Formar corros de mujeres, de comadres que amamantan y amamantar a
otras criaturas que no sean las paridas, para que la tarea del
amamantamiento de la criatura no recaiga sobre un sóla madre. Y así
podamos trabajar fuera de casa, ir a exposiciones o disfrutar en
soledad de compañía adulta, sin que esto perjudique a la criatura.
Y establecer relaciones personales con esas criaturas, sin importar
el libro de familia, documento patriarcal, en el que está inscrito; pues la
energía si se estanca, produce patologías. Y desde luego ir mucho
al gimnasio; trabajar por la reconexión uterina con nuestras mamas,
con nuestra piel. Trabajar por la desconexión neocortical al dar de
mamar, al vivir. En definitiva:
abandonarse al placer, dejarse fluir.
Permitir
que los hombres mamen. De muchas tetas, de todas las tetas que puedan
y quieran ser mamadas. Los que nacen y los que nacieron, y que
permitan mamar, a demanda y de muchas tetas, sin límite de tiempo. Y
que den de mamar, pues digo yo que para algo tienen esos pezones:
para dar y recibir placer. Para desconectarse, de otra manera no
falocéntrica, de la racionalidad.
Pues
hombres también son víctimas de la civilización patriarcal.
Tampoco gozan del camino, siempre en busca de la erección y la
eyaculación. Y sufren una sexualidad falocéntrica que no les deja
gozar de otras formas de sexualidad que no tengan como objetivo la
penetración.
Han
sido educados en la represión del erotismo más amplio, no fálico,
y en su rol patriarcal, como las mujeres. Pero si somos conscientes
de ello y confiamos en el Amor, y nos abandonamos a él, podemos
vivir la vida, y saltarnos la ley patriarcal. Riéndonos del
complejo de Edipo, viviendo en clanes, y no en parejas monógamas
heterosexuales cerradas, amando y protegiendo a las criaturas y
respetando sus deseos. La genuina fraternidad entre los sexos vivida
desde la infancia a través de la sexualidad común a los hombres y
mujeres: el amamantamiento.
Y
al igual que l@s herman@s podemos compartir el útero y los pechos
maternos, produciendo entre nosotr@s un amor y una complicidad
fraternal, también el falo y el cuerpo de los hombres compartido
puede ser fuente de fraternidad; y para eso las mujeres también
tenemos que dejar atrás nuestros miedos y posesiones sobre el
varón, sobre el príncipe azul que nos tiene encerradas en una torre
aunque no nos demos cuenta y a ellos vagando en busca de una bella
dama que les cure su herida, su falta básica de madre entrañable.
No
perdamos de vista que lo que nos jugamos en todo esto es la
felicidad, la salud, la armonía en la vida de la especie humana. Que
la forma de crianza, de vivir la sexualidad conllevan una forma de
vida basada en la aceptación del sufrimiento o basada en el placer y
el complacer. Porque en esto no nos va sólo la alimentación de las
criaturas, si no la conformación de un mundo fraternal, an-árquico:
del
goce. O uno competitivo y jer-árquico, de la imposición, de la
enfermedad, del sacrificio. En el que vivimos en la actualidad.
Lilita
BIBLIOGRAFÍA:
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M.
ODENT “El bebé es un mamífero” MAndala Ed. 1990
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LIEDLOFF “ El concepto del continuum. En busca del bienestar
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G.
DELEUZE y F.GUATTARI “El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia”
MERELO-BARBERÁ
“Parirás con placer” Ed. Kairós, 1980
J.
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2009